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"La música empieza donde terminan las palabras"








domingo, 30 de mayo de 2010

Bohuslav Martinů




Fue uno de los compositores checos más destacados junto Bedřich Smetana, Antonín Dvořák y Leoš Janáček. Hoy día es un símbolo de su país aunque vivió exiliado y lejos de su tierra toda la vida. Los primeros años estudió en su patria aunque con algunas dificultades ya que no pudo terminar sus estudios en el conservatorio que le resultaba demasiado exigente. Trece años más tarde se fue a París con una beca del Ministerio de Educación checoslovaco para estudiar composición con Albert Roussel. La capital francesa atrapó al compositor, nacido en la pequeña ciudad de Polička, y en lugar de quedarse los tres meses previstos terminó estableciéndose en la ciudad por diecisiete años. París era un núcleo de atracción para los artistas, un lugar de encuentro y gran creatividad, allí conoció a Picasso, André Derain y Stravinski.


"A mí se me han abierto aquí nuevos y grandes horizontes, y me parece que no soy el mismo de hace medio año. Mantengo contactos con checos y franceses. En lo que a estos últimos se refiere, principalmente con pintores y poetas de los más modernos. Todo este mundo es muy, muy distinto del nuestro”.


Sin embargo con la llegada de la Segunda Guerra Mundial Francia se transformó en un lugar de tristeza y terror. En 1940 la Alemania hitleriana invadió Francia y el compositor y su esposa Charlotte se convirtieron en fugitivos. Después de inmensas dificultades, vía Madrid y Lisboa lograron emigrar a Estados Unidos. Años más tarde, no pudo regresar a su tierra natal debido a la hostilidad de las autoridades comunistas:


"Echo de menos muchísimo mi tierra, nuestros cerros, pero no me parece que pueda verlos pronto. No recibo de allá buenas noticias: me relegan a un segundo plano como si nunca hubiera escrito música checa”.

A pesar de los años de exilio, y la gran influencia que ejercieron en su música las vanguardias, la cultura francesa y el jazz, la obra de Bohuslav Martinů siempre tuvo el espíritu de su patria anhelada.

De sus años en París los invitamos a escuchar el Concierto para Violín y Flauta y Orquesta, H. 252. (1936)


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